Dimite un ministro de Lula ‘cazado’ por las cámaras de seguridad en el asalto al Congreso en Brasilia
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Después de que el presidente brasileño Lula da Silva y los altavoces mediáticos de la izquierda acusaran al ex presidente, Jair Bolsonaro, de instigar su particular asalto al Capitolio en Brasilia el 8 de enero, el caso ha dado un giro de 180 grados absoluto después de que esta semana trascendiera de que, nada más y nada menos, el ministro de Seguridad de Lula, el general Marcos Gonçalves Dias, estuvo presente durante los episodios violentos del pasado mes de enero en el asalto a las sedes de los Tres Poderes, guiando a los manifestantes.
El asesor principal de Seguridad Nacional del gobierno de Lula da Silva dimitió este miércoles en medio de un escándalo provocado, tras la difusión de las imágenes de las cámaras de seguridad durante el asalto que supuestamente cientos de simpatizantes del expresidente brasileño, Jair Bolsonaro, protagonizaron a inicios de este año.
En el material grabado aparece el ministro junto a varios de los asaltantes, moviéndose entre ellos y sin hacer intento alguno por detenerlos, ni desalojarlos en las instalaciones del poder ejecutivo. Se da la circunstancia de que el general Gonçalves Dias era el único ministro con rango de militar, y es una persona de total confianza del presidente socialista brasileño, pues ha desempeñado el mismo puesto durante sus dos primeros mandatos, del mismo modo que hizo en el periodo presidencial de la sucesora socialista, Dilma Rousseff, así como también desempeñó las labores de responsable de seguridad del actual presidente en la campaña electoral del pasado año.
En el vídeo difundido públicamente esta semana se ve al ahora ex ministro, recorriendo los pasillos del tercer piso de la sede de la presidencia brasileña y acto seguido se le muestra interactuando con algunos de los manifestantes a los que incluso les señala una salida de emergencia. En otra de las imágenes se ve a uno de los asesores del general Gonçalves Dias saludando y conversando con los asaltantes e incluso ofreciéndoles agua embotellada.
Desde un primer momento, los medios de comunicación tildaron de conspiranoicos a quienes pusieron en duda la versión oficial de lo ocurrido, es decir, que el asalto había sido obra de los seguidores de Bolsonaro y que no había habido mercenarios ni provocadores socialistas en el núcleo de las movilizaciones. Sin embargo, el escándalo aparecido esta semana rebate a todas luces el discurso oficial.
El 8 de enero miles de manifestantes asaltaron la Plaza de los Tres Poderes en Brasilia, una zona amplia que alberga la sede físicas del poder ejecutivo, legislativo y judicial en la capital del país. Ha sido ahora tras el conocimiento de la implicación del ex ministro de Seguridad en los hechos cuando el gobierno ha comunicado que se va a investigar la participación de más militares en los actos del 8 de enero y ya no se descarta que haya nuevas sorpresas con nuevos nombres de aquí a un futuro.
Lula y su entorno tratan de eludir cualquier responsabilidad argumentando que el asalto se produjo tan solo una semana después desde que asumiera el mandato, por lo que, según ellos, aún había miembros de los equipos de seguridad de Bolsonaro en el edificio de la Presidencia.